El proyecto surge de crear un nuevo patio para iluminar y ventilar las estancias de la tercera crujía, reemplazando un patio cerrado. La demolición de la entreplanta y la creación de una terraza en planta segunda optimizan la iluminación y conectan con una azotea habitable. Mientras que la elevación de la planta baja sobre la calle garantiza privacidad, y la integración de la cocina en fachada libera un espacio único centrado en torno a una espacialidad de triple altura.
En cumplimiento con el grado de protección del edificio, se opta por mantener la disposición de la escalera, la cual se plantea con un diseño particular realizado en acero y ejecución ‘in situ’. Esta se incorpora en la vivienda como un elemento escultural y distintivo, conectando visualmente todas las plantas y el vacío central. Se opta por mantener el color natural del acero, sin ocultar los encuentros de las soldaduras entre tramos, resaltando su carácter contemporáneo y buscando un contraste cromático que haga de la escalera un elemento protagonista.
El proyecto prioriza conservar el vacío central como elemento principal, regularizándolo con modificaciones para crear una identidad cohesionada. Se cuestiona la protección del patio central de la reforma de 1987, proponiendo mejoras que cualifiquen la vivienda. Este espacio central actúa como el corazón organizador, generando la triple altura sobre un salón diáfano. Se incorporan elementos del proyecto original de 1914, como un patio trasero verde en planta baja para ventilación, reducción de densidad de la edificación e iluminación, aprovechando la orientación sur, y se recupera el zaguán para resaltar la conexión entre la vivienda y la calle, recordando el contexto histórico del casco antiguo. Asimismo, se decidió colocar parqué industrial y suelos de cemento pulido, además de barandillas de vidrio para una mayor permeabilidad visual entre espacios.