El objetivo principal del proyecto es la búsqueda de espacios comunitarios que complementen las viviendas, fomentando la socialización entre los usuarios. Se crean espacios sociales de diferente carácter: un corazón central verde, espacios interiores de convivencia e, incluso, el uso de la cubierta con salones exteriores y huertos colectivos.
Toda la edificación se “envuelve” en una piel habitada, una envolvente exterior que resuelve el alzado de forma unitaria. Esta piel se convierte en un espacio bioclimático con sistemas de protección solar y vegetación y, a su vez, funciona como espacio de estancia exterior. Se opta por materiales naturales que transmitan calidez y calidad como el ladrillo cara vista y un entramado de madera laminada.
La filosofía de las viviendas es crear espacios flexibles capaces de adaptarse a las necesidades de los usuarios en las distintas etapas de su vida útil. Un solo tipo de vivienda es capaz de adaptarse a distintos modelos de familia y modos de vida.
La búsqueda de la flexibilidad en las viviendas da lugar a la eliminación de las jerarquías dentro de los distintos espacios, haciendo “públicos” todos ellos a los distintos usuarios. De la misma manera, la ubicación de los núcleos húmedos ha sido clave para generar grandes contenedores en los que el habitante pueda colonizar la vivienda de forma libre.
Se reequilibran las superficies de las estancias y se apuesta por eliminar los espacios de transición, evitando en su mayoría los pasillos, que se expanden y permiten crear espacios utilizables en la vivienda del modo que el usuario crea conveniente: espacios para teletrabajar, para juego de niños, para una visita puntual… no existe un uso definido.
Las viviendas se vuelcan al exterior gracias a la doble piel habitada que las caracteriza: una terraza con vistas al exterior a la cual tienen acceso todas las estancias principales de la vivienda, y otra segunda más privada como espacio de recogimiento.